Por Gabriela Salvador
Directora Ejecutiva Vantrust Capital
Según el filósofo alemán Friedrich Nietzsche una palabra es “la imagen sonora de un estímulo nervioso” lo que implica un consenso de significado para comunicarnos.
A veces las palabras se sobreexplotan y olvidamos el verdadero contenido tras ellas. “40 horas” es hoy “la palabra” que define el tiempo libre. Pero no nos planteamos si existen otras opciones como, por ejemplo, implementar el teletrabajo algunos días a la semana para conciliarlo con la familia o hacer trámites.
¿Cómo podemos lograr esto? generando bienes variados y de mejor calidad, bajando los precios (sin intervención estatal ni subsidios) o mejorando los sueldos (sin provocar presiones inflacionarias).
Volviendo a Nietzsche todas estos conceptos están incorporados en una palabra que per se es virtuosa y permitiría alcanzar estas metas: productividad.
Evidente pero lejana.
Entre 1995 y 2005 la productividad aumentó un promedio anual de 1%, entre 2005 y 2015 no creció y desde ahí ha caído . Hoy, para aumentarla debemos incorporar a productividad la palabra “sustentable”: cumplir con los 17 Objetivos de desarrollo Sostenible se impacta en la mejora de pensiones, renta mínima, educación y salud pública.
La productividad sustentable implica una larga y disciplinada inversión que carece del “estrellato” del beneficio a corto plazo, por lo que las empresas con niveles de utilidad muchas veces ven con desánimo ampliar el proceso de generar utilidades, versus el recibir y distribuir bonos de rendimiento una vez al año.
Todos quienes tenemos algún grado de influencia deberíamos poner este tema como eje principal: instalar la productividad sustentable como una palabra virtuosa que simbolice lo positivo. Para ello debemos aplazar nuestros logros y éxitos de corto por plazo por un Chile que avance a lo largo del tiempo.
Publicado en La Segunda, Viernes 6 de mayo.
